La provincia de Sevilla ha perdido cerca de 6.000 afiliados en junio, la mayor caída en ese mes desde 2015, y se vuelve a alejar de los 800.000 afiliados superados en abril, mientras que el paro ha bajado en 542 personas. Esto significa que en el mercado laboral sevillano no se termina de consolidar la recuperación, y que tiene una gran dependencia del sector servicios. De hecho, cuando mejor se ha comportado han sido en las Fiestas de la Primavera y ahora no es temporada alta en Sevilla.
Lo que llama la atención es que mientras hay elevados niveles de desempleo los empresarios no encuentran mano de obra. Hay escasez de cualificaciones y de competencias de interés en el mercado laboral. Las salidas profesionales de nuestros jóvenes vendrán marcadas en el futuro por el diseño de unos planes educativos que reflejen la realidad de los nuevos tiempos, de los cambios en los modelos productivos y de la perfecta conjunción entre la formación teórica que reciben en las aulas con la práctica directa en la empresa. En este sentido, hay que reforzar los programas de formación en sectores con perfiles no cubiertos e impulsar la FP para acercar al estudiante al mundo laboral y mejorar la empleabilidad de los jóvenes.
Asimismo, tenemos que atraer y retener talento, generando un clima empresarial que atraiga la inversión y la actividad productiva. Que Sevilla sea una gran ciudad, para vivir y visitar, pero también el mejor de los destinos para invertir y trabajar.
Además, Sevilla tiene que afrontar de una vez las carencias en infraestructuras, retos como lograr el objetivo europeo de que el 20 por ciento del PIB sea industrial, o luchar contra la sequía, que ya supone ya una gran amenaza para nuestra economía.